Vivo atormentado por la fugacidad del presente. Y esto mismo que he dicho, antes de ya, forma parte del pasado. Sólo queda el consuelo de saber que al menos uno estuvo allí cuando lo dijo. Y es en ese punto en el que he tenido un arrebato obsesivo estos últimos años en relación a la música: quiero tener la certeza de estar allí. Puedo estar una vida viviendo de los discos que salieron en 1969, y no sentir la más mínima carencia, pero no es sano privarte de un pasado construido con tu propio presente.
Esa es la explicación metafísica de por qué ahora hago caso a las novedades, cuando mis bazas más seguras están en el pasado. Pero también hay una razón práctica: las ediciones son pequeñas, porque el riesgo de stock que asumen los compañías cada día es menor, a pesar de que el culto al vinilo está en auge. La distribución es veloz y por ello si no consigues algunos discos en el momento en que salen, es fácil que después no los encuentres, o tengas que poner demasiado dinero para ello (¡mierda para el de Tame Impala!). Ni las grandes bandas hacen ya tiradas de millón, ahora todo es Limited. Puedes descubrir miles de bandas de medio pelo de los 70 y encontrar su discografía sin problema, y sin embargo intentarlo con una banda medianamente relevante del presente y ni siquiera estar disponible ya el disco que sacaran el año pasado. No es difícil toparte con una referencia que sale a principio de mes y a finales esté ya descatalogada. Después ves la maquinaria de ebay empujando la especulación: disponibilidad cero en catálogo, aumento del precio en las subastas, desaparición de las tiendas y previsión de compra urgente, para el mismo cometido, en la próxima edición de la banda. Eso te obliga a que con algunos nombres tengas que ir un paso más allá de comprar el disco en el año, e incluso adelantarte a pedirlo antes de que salga. Es una locura el mundo del pre-order, viendo la inmensidad de discos que quedan atrás olvidados, pero es necesario si pretendes justificar esta obsesión por el año que habitas.
Hoy voy a seleccionar mis satisfacciones vinileras del año, que lamentablemente no coinciden al dedillo con mis grabaciones preferidas de 2010. Así que pediremos a los idus del nuevo año que nos traigan toda la música en vinilo, y que esté editada con esmero. Aunque el efecto de regocijo no sólo lo provoca el lado material eh, a ver si os pensáis que porque este blog vaya de esto, sólo somos felices cuando hay un buen trabajo editorial detrás. Para que todo cobre sentido hace falta un buen, o adecuado, art-work, y por supuesto, que el disco nos diga algo. De nada me sirve reunir todos los detalles y trucos de fábrica si están al servicio de un horroroso conjunto. ¡Estas han sido mis compras preferidas!
ANNIE LENNOX - A Christmas Cornucopia
Ni acostumbro a comprar discos de villancicos ni soy amigo de Annie Lennox, pero fue ver el disco, tocarlo, y sentir una desconcertante atracción por el tierno paganismo religioso de sus ornamentos. Una portada con relieves y brillos (¡sólo la falta olor!) y un libreto perfectamente cuidado, han sido el cebo, pero después de escucharlo no puedo decir que haya sido un capricho del momento que vaya a quedar olvidado. Es un buen disco. Y un buen ejemplo. He leído que Annie estuvo detrás de todos los detalles, y es algo que la honra, porque parece que pocos músicos entienden las ediciones como parte de su trabajo. No se les puede culpar porque no lo vean como nosotros, porque la mayoría no son fans, pero ¿tan difícil es ver que por mucho sentido etéreo que se le conceda a la música, el objetivo final del comercio es el producto físico?
DILLINGER ESCAPE PLAN – Option paralysis
Original y fantástico. En foto es difícil apreciarlo, porque incluso en la mano cuesta llegar a sus detalles. Y eso le concede un punto extra de agradecimiento; que esté impresa la parte interior de la carpeta, cuando ésta es sencilla es un detalle que suena excesivamente generoso para tan poco aprovechamiento. Tampoco el dibujo que conforma el segundo plano de la portada se puede ver al completo, y sólo podemos descubrirlo a través de las letras troqueladas, haciéndolo girar como si fuera un disco
Un meritorio contrapunto a la monotonía editorial que combina perfectamente con su música. Son unos jefes Dillinger Escape Plan.
CLINIC - Bubblegum
Más chorraditas añadidas no significa mejor presentación, pero éste disco con la carpeta ya tiene el salvoconducto. Bonito artwork, textura cruda, un póster guachi y … ¿¡a quién se le pudo ocurrir meter un tránsfer para hacerte una camiseta!? ¡Y una pegatina para cristales! Con encartes a color habría sido uno de mis discos del año. Musicalmente no es tan paranoico y absorbente como el anterior, con muchos medios tiempos, pero deberían capar a todos los que están propagando la semilla del desprestigio sobre esta nueva entrega.
No podía ser de otro modo para una banda con el corazón en una década remota: una edición de otro tiempo. Misterio lisérgico, pop ups, robustez y un tacto nostálgico. Sólo faltaba el póster en papel de estraza.
JOHN GRANT – Queen of Denmark
No sé qué ha sido lo que ha completado la satisfacción por este disco, pero cuando lo he desempaquetado y abierto, he sabido que estaba ante uno de mis preferidos del año. No hay mucho riesgo de fracaso con una carpeta doble con dos encartes gruesos impresos a color, pero el conjunto visual necesita un equilibrio para acreditarlo. También puede ser que estuviera tan ansioso por tener en mis manos uno de los discos más maravillosos que oía en mucho tiempo.
THE NATIONAL – High violet
Maldigo mi ignorancia por no saber quién era esta banda, pero bendigo mi debilidad a la hora de dejarme llevar por los objetos bonitos. Lo vi en la librería Paradiso en Gijón, lo toqué, y no pude resistirme a llevármelo a casa aunque temiera por un soporífero dream-shock de 4AD. Pero la suerte estuvo de parte del fetichismo. Precioso y cojonudo; ambas son correctas. No es pomposo ni sofisticado es elegante y detallista. El título en tinta plateada es un gran guiño, el marco blanco una preferencia personal, los colores y el ritmo del arte, un acierto. Le faltan pocas cosas para ser perfecto.
ANATHEMA – We´re here because we´re here
Doble disco con doble encarte, en un sobre de pvc. Pudiera pasar por una edición más, bonita y suficiente, respetable sin más, pero el hecho de que me haya emocionado tanto en un tiempo en que incluso los que mantuvimos el hilo con Anathema habíamos llegado a dudar que fueran capaces ya de hacer algo sublime, se ha sumado al remolino de sensaciones, y han hecho de esta pieza una de las que más cariño he cogido este año. Me costó decidirme a pedirlo, ya que el sello era el único sitio en que lo distribuían, y los gastos crujían, pero me siento feliz por haberme decidido. Es una satisfacción tener esta portada en casa.
NADA SURF – If I had a Hi-fi
Pasión por las carpetas americanas, robustas y mate. Nostalgia por la decoración de carpeta de instituto. Demasiadas portadas con photoshop, demasiadas fuentes de ordenador. Cuando vi todas esas notas a lápiz, las letras a boli, todos esos colores de rotulador, las formas improvisadas, la sobrecarga del tiempo de ocio, me meé de gusto. Y después el disco es sublime; 12 grandes canciones al servicio de uno de los mejores modos de hacer música del mundo: Nada Surf.
Muy currada tiene que estar una imagen de un pájaro para que consiga evadirme de mi ornitofobia, pero al menos la portada de este disco lo consiguió. El resto no me ha emocionado tanto, pero el conjunto de todo ha sido la mejor sorpresa del mundillo del ruido de este año.
Qué previsible era el camelo poniendo por delante una imagen a blanco y negro en cartón crudo del careto de Roky. Entrañable él, maravillosas las canciones, melancólica al tacto y la vista la edición.
BEACH HOUSE – Teen dream
Soy uno de esos millones que no sienten cariño por el gafapastismo, pero este disco me sorprendió y tuve que comprármelo. Hubiera preferido, antes que ese insert doble, que los cuatro pliegos hubieran ocupado sendos sobres para los vinilos, pero me conformo con el alivio de saber que tras la compra de un disco de SubPop que temía, viniera una presentación cuidada. Y el extra de un dvd con un video clip para cada tema, por 10 directores diferentes, algo no habitual de incluir en las ediciones vinilo.
DEERHUNTER – Halcyon digest
En un principio fui reacio a comprármelo, por la portada, pero después de escucharlo varias veces, no me quedó más remedio; es absorbente, repleto de melodías paranoicas y bucles oníricos. Aún así no tuve ninguna esperanza de que la edición fuera a acompañar la pasión por sus canciones, sabiendo que era una carpeta sencilla. Me equivoqué, y esa estética retro punk del artwork, unido al tacto crudo del cartón, me convencieron. Y ese elegante punto de los discos de 4AD de dártelos en una gruesa funda de pvc con solapa. Un disco inquietante, una edición simple pero interesante; cómprenlo.
En los detalles está el éxito, y aquí han sido campeones. Quizá musicalmente no me hayan calado tanto como para reclamarlo de continuo, pero sólo por juguetear con él, he acabado pinchándolo más veces de las esperadas.
NEIL YOUNG – Le noise
Que nadie se confunda, este disco está aquí porque las ediciones de Neil Young tienen el listón muy arriba, no porque haya sido la más grata sorpresa del año. Es más, respecto a sus últimas ediciones es más bien una decepción. Ya en “Fork in the road” perdió la sana costumbre de los últimos discos de estudio de incluir un gran libreto de letras, a favor de un triste insert de lo más simple. Y aquí en vez de recuperar algo del viejo ritmo, ha seguido mermando. Ahora ha disminuido el grosor de la carpeta, ya no es esa carpeta americana. Y lo que es peor, se han mantenido sus particulares precio.
Aunque evidentemente, después del disgusto inicial, sigue manteniendo el nivel suficiente para incluirlo entre las satisfacciones del año, claro.
LUDICRA – The Tenant
Throne Records edita el nuevo de Ludicra. Dios, demasiadas expectativas para mí, así que es fácil que no se cumpla todo lo que espero. La decepción vino, por parte del grupo, por el artwork de la carpeta, que no me ha convencido nada, con esa pretensión prog existencialista que se ha quedado en frívolo cliché. Y por parte de la fábrica porque la impresión de la portada ha salido más oscura de lo que a mí me gusta. Pero el conjunto sigue siendo más poderoso de lo que se puede encontrar habitualmente por ahí. Esperaba un 11, y sólo me han dado un 9. Cabrones.
KINGS OF LEON – Come around sundown
Me ha costado mucho tolerar a esta banda. Compré el anterior por una vinculación anímica con un amiguete y me quedé atascado en un sonido moderno con una fórmula emotiva redundante, así que pensé que no lo volvería a intentar. Pero me pareció tan bonita la presentación de este nuevo, que no pude resistirme a una segunda oportunidad. Y lo cierto es que el disco es mucho más orgánico, y la luz se ve más real. Me gustaría que creciera más musicalmente en mí, porque estéticamente me parece precioso, y no me canso de sobarlo.
THE BLACK KEYS – Brothers
Reconozco que al principio me quedé un poco perplejo por el artwork y decepcionado por la referencia de la carpeta de su anterior disco, “Attack & release”, pero con el tiempo he ido pillándole el punto a la idea de este disco, y la aplaudo. Hacer cosas diferentes es un riesgo, necesario, incluso cuando se fracasa. No sé si el efecto final se ha conseguido, pero el inicial, ejercer de contrapunto, esta vez ha sido suficiente para mí. En lo que no han arriesgado ha sido en sus canciones, siguen como siempre: discazo.
No hay disco que tenga luz que no me agrade, y éste la tiene en la presentación y en la música. ¿Qué más se puede pedir a una cita a ciegas?
EELS - End time
EELS - Tomorrow morning
Está Mark E en una fase creativa frenética, y mientras antes le llevaba años pensarse un nuevo disco, esta vez ha completado una fantástica trilogía en el plazo de 14 meses. Los dos títulos de este año merecían capítulo aparte para cada cual, por lo bien diferentes que son entre ellos (sombra y luz del alma, presente y futuro), los cito conjuntamente porque sus ediciones son similares. No son el colmo de la excelencia, pero hay algo que no se le puede negar al artowrk de ninguno de los discos de Eels, y es el buen gusto. Y eso en un formato como el que nos abraza, es capaz a veces de aplacar el daño del bajo presupuesto. Los incluyen un 7”, más que interesante, los dos tienen carpetas y discos endebles, los dos son precios, por dentro y por fuera. Quién hubiera sido capaz de verles en directo.
Bueno, esta ha sido una más de las miles de típicas listas de preferencias anuales. Por supuesto, si alguien está interesado en que haga una entrada completa para alguno en concreto de los citados, ¡sólo tiene que decirlo! que en realidad para eso está el blog, para ver fotos y leer comentarios que no sepamos, no para hacernos pajas unos con otros.
No estaría mal tampoco que mi compañero de blog hiciera también su Top de éste año, sobre todo porque por lo que hemos podido contrastar, hemos coincidido en muy pocas compras. En breve me pondré con mi lista de decepciones.